Argumento 1º Acto

Amanece en la ciudad de Nápoles, un amanecer que anuncia el comienzo de un nuevo día lleno de rutina, gente llendo al trabajo, niños que van al colegio… Pero esto es solo aparente puesto que el centro de la cuidad en el distrito industrial, un policía algo corrupto encubre un tráfico de drogas.
La operación debía de ser rápida y sin testigos, un buen negocio con beneficios para todos. Hasta que la policía nacional entró en escena. Francesco, el policía corrupto, hecho a correr en cuanto reconoció la situación. Siempre se podía conseguir más droga, pero como lo descubrieran a él, teniendo en cuenta su no muy buena reputación y su carácter huraño, escapar de la cárcel iba a ser difícil.
La huída iba bien, hasta que de pronto una voz femenina lo descubrió.



-¡Quieto o disparo!



Francesco bufó un tanto molesto, una cosa era el tráfico de drogas, pero dispararle a una agente… eso era otra cosa.



-¿¡No me has escuchado!? – Gritó de nuevo la chica – Tira el arma y ponte de rodillas con las manos en la cabeza.



Francesco se giró y se encontró con una mujer de gesto decido que sostenía una Gliscor con habilidad. Pero no era la pistola lo que lo hizo pararse a pensar, sino su cara… vaya… le era muy familiar, sin embargo, no recordaba haberla visto antes.



-¿Quién eres?



-Aquí las preguntas las hago yo – Contestó ella molesta - ¡Y tira esa pistola de una vez!
Francesco le dedicó una media sonrisa.



-Hoy no es tu día de suerte - Acto seguido levantó la pistola y fua a apretar el gatillo, pero ella fue más rápida y le acertó en el hombro derecho.



Francesco gritó de dolor y cayó al suelo.



-Te lo advertí - Dijo ella mientras le quitaba la pistola y se la guardaba.



Francesco no paraba de dedicarle palabras soeces, hasta que ella se artó y fue a esposarlo.



-No lo entiendes - Le dijo él, jadeando de dolor - No puedes hacerme esto, estoy metido en algo muy gordo. Si metes, puede que no salgas con vida.



-Ya claro - Gruñó ella, mientras lo ayudaba a ponerse en pie.



Acto seguido lo puso de espaldas contra la pared y se dispuso a esposarlo. Pero entonces vio algo que la dejó helada. La manga de la camiseta se le había roto y había dejado visible una extraña marca de nacimiento en forma de halcón.
Se quedó mirando la marca confusa, no podía ser que aquel hombre tuviese la misma marca de nacimiento que ella a no ser que...



-Sueltame y te ayudaré - Le pidió Francesco, sacando a la chica de sus cavilaciones.



-Tienes un tiro en el brazo y eres un poli corrupto - Comentó ella con sorna, mateniendolo todabía contra la pared - No quiero tu ayuda.



Pero tampoco podía entregarlo, esa marca la hacía sentirse cada vez más confusa. Llevaba años intentando sacar algo en claro de asesinato de su padre y sus tios, sin obtener ninguna respuesta, ningun tipo de información. Y de pronto, un día cualquiera en mitad de una misión de tráfico de drogas le pega un tiro al que podria ser ¿su primo?



-Tu te vienes conmigo - Le dijo tras tomar una decisión.



-¿No has escuchado nada de lo que te he dicho? - Exclamó el molesto - ¡Esto es peligroso! ¡Muy peligroso!



Con un bufido de impaciencia le dio la vuelta y lo esposó.



-Se muy bien donde me meto y tambien se que tu te vienes conmigo, así que limitate a callarte y seguirme si no quieres que te entregue ¿Esta claro? - Le espetó ella.



Francesco bufó con impaciencia, pero finalmente terminó asintiendo.



Gracias al conocimiento del terreno de Francesco consiguieron escapar.



-Hay que llevarte a un hospital - Le dijo ella mientras lo ayudaba a montarse en su coche.



El camino se le hizo a Francesco mucho más largo que lo que en verdad era, había que admitir que ella tenía buena punteria. Entonces cayó en la cuenta de algo, no sabía como se llamaba.



-¿Cómo te llamas? - Le preguntó, ella no pareció muy por la labor de responderle, pero finalmente lo hizo. Aunque no fue la respuesta que el esperaba.



-Eso no importa ahora, simplemente soy la que te ha salvado el pellejo, conformate con eso.



-¿No confias en mi?



-No.



-Al menos dime a donde vamos - Refunfuñó él.



-A un médico - Respondió ella. - Muerto no me sirves.


-¡No podemos ir a un médico! - Gritó él - Medio FBI me esta buscando.


-Yo soy del FBI, asi que relajate no voy a entregarte, todavía.


A los pocos minutos llegaron a un pueblecito de las afueras de Nápoles. Donde vivia el médico.


-Es buen medico - Le comentó ella mientras bajaban del coche - Aunque esta un poco loco.


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